miércoles, 9 de enero de 2019

LA SENSIBLERÍA O EL FRAUDE DE LAS EMOCIONES


La sensiblería es una especie de fraude emocional o una emoción adulterada. Generalmente, la practican personas con un alto nivel de baja autoestima, inseguridad, miedo a quedarse solas, ganas de agradar o impresionar y, de paso, buscar la aprobación o el elogio de terceros. Es una especie de "majismo" fingido en el cual, al final, tanto el que lo da como el que lo recibe sólo encuentran una enorme parodia de vacío. Los sensibleros pretenden aparentar frente a los ojos del mundo que son el sumun de la humildad, la empatía o el afecto. Siempre van en busca del oportunismo que les pueda aportar una desproporcionada ración de emociones simuladas o disfrazadas para, de esta manera, sentirse útiles y sobrevalorados. En el caso de la sensiblería, los polos se atraen y entran a su vez en una especie de bucle emocional donde todo les afecta, todo lo sienten, les hace reír, les hace llorar, les intriga, todo les agita, les conmueve y una largo etcétera. Si las sustancias o el alcohol están de por medio (como muchas veces suele ocurrir) la emotividad cobra un plus, pudiendo llegar a un estado de auténtico delirio desmedido, artificial, una competición ridícula de a ver quién siente más y mejor. En definitiva, podríamos catalogar la sensiblería como una especie de ayuda emocional "social, desinteresada" para imbéciles que se conforman con la NADA afectiva y esperpéntica. Vive tu dolor, tu tristeza, vive tu alegría, tu rabia, tu triunfo o tu fracaso. Vívelo, no lo finjas. Y si no lo sientes, no lo inventes; si no lo tienes, no lo prestes; si no lo sabes, no lo digas; si te hace reír, no llores... y si te hace llorar, no temas. Si no puedes "sentir", no esperes que llueva. Patxi Sagarna