Seguro que os ha pasado alguna vez que, de repente, te entra
un picor terrible en la espalda y para colmo es en una zona de esas a las que no puedes acceder por tus
propios recursos. Estas al borde de la locura y no hay una comisaría cercana ni
un agente de la autoridad al que puedas recurrir en ese momento de extrema
necesidad en plan: señor anti disturbios ¿podría usted aliviarme el picor de
espalda?. Al final, terminas por buscar una esquina en la que acabas
restregándote como un poseso, o quizás te encuentras con una mano amiga que te haga el apaño, mientras tú, en un estado casi paranoide, le vas indicando como llegar
al punto exacto donde el picor ya adquiere tintes dramáticos (un poquito más
hacia arriba, un poco más a la derecha) y por fin, el tal ansiado ¡ahi!. Tu cara en ese momento es la de un extasiado total.
Así que, el otro día, me puse a divagar en cómo podrías encontrar una combinación de situaciones que te darían como resultado el orgasmo casi perfecto o perfecto. ¿Te imaginas llegar al éxtasis a la vez que alguien te rasca la espalda en un punto en el que tú por razones varias, o por tener las manos demasiado ocupadas en ese momento no puedes acceder?. Sería la hostia. Pero la cosa fue mas allá con unos amiguetes hablando. Uno decía que, estornudar y tener un orgasmo al mismo tiempo seria el sumun. Otro colega menos fino apostaba por echarse un pedo de esos que llevan tres horas dándote vueltas por las tripas mientras eyaculas a la vez. Lo denominaba la tormenta perfecta. Otro que (según el) ha probado todas las técnicas de masturbación habidas y por haber decía que, rascarte el culo cuando te pica en lo más profundo por la almorrana que tienes de tanto comer comida basura y llegar al clímax a la vez es de un precio orgásmico incalculable. La cosa subió de tono hasta el punto de que, alguno, decía que, si cagar es un placer para todo ser humano, hacer los dos actos al unísono y que converjan justo en el momento idóneo puede ser lo más cercano al paraíso.
Los había también después con aires folklórico políticos. Alguien dijo que tener un orgasmo en el momento justo en el que algún político de este cabrón de País presenta su dimisión puede ser un orgasmo, quizás no placentero, pero si de los que alivian. Y aunque es cierto que la mayoría de políticos de este País roza la pornografía comunicativa, la cosa no da mas que para pajas, pero para pajas mentales, porque un orgasmo políticamente correcto con esta clase política es prácticamente imposible. Así que yo, por si las moscas, voy a buscar alguna esquina por si me entra el picor, pero el de espalda. Mientras, me preparo un bocadillo de sopa de fideos con callos de Malasia y uñas de lagarto. Patxi Sagarna