Os conocisteis en una discoteca.
Nunca imaginaríais lo que
traería consigo aquel primer encuentro, durante un tiempo os veíais allí todos
los sábados y entre semana os comunicabais por teléfono ansiosos de que
llegaría otra vez el fin de para estar juntos. Cambiasteis la discoteca por ir
a cenar y después marcharos a un Hotel
ataviados con vuestras mejores galas, siempre como si fuera la primera vez, la magia no debía decaer y todo
era poco para envolverse en aquellos intensos encuentros. Al cabo de año y medio encontrasteis un piso de alquiler y os
fuisteis a vivir juntos, poco tiempo después disteis el paso de casaros y
meteros en un piso. Teníais vuestro grupo de amigos, él, a veces iba al fútbol ,ella a la playa, salían con su cuadrilla del pueblo etc, En definitiva, un
matrimonio asentado al que parecía ir todo viento en popa, hasta que un día
ocurre un hecho que marcaría un antes y un después.
Es sábado, cuatro y media de la tarde, ella está viendo una
película de la tele, él se ha quedado traspuesto en el sofá como siempre después
de comer. Los ronquidos no dejan escuchar algunos fraseos de la película, de
repente, él, se ladea hacia un lado del sofá, pone el trasero en posición y lanza
una más que generosa ventosidad con trayectoria de impacto aromático prácticamente
en las narices de ella, la acción se repite 3 o 4 veces seguidas ante el estupor e indignación de la mujer que, ante el aumento de la carga atmosférica tiene que levantarse para
abrir un poco el balcón mientras piensa: esto no había ocurrido nunca antes. La
armonía de los buenos modales acaba de interrumpirse de manera brusca y grosera. Por fin, el despierta de la pirotécnica siesta como si tal cosa, aun no es consciente de la magnitud de los hechos, así que se dirige a la ducha y al pasar cerca de ella de su garganta sale un
sonoro eructo acompañado del gesto de rascarse los huevos con una mano, mientras
la otra mano la emplea para ordenar su despeinado cabello. Ella le observa
como si de un desconocido se tratara. El se va directo a la ducha, se tira una hora
en el baño y por fin sale entre el humo del vaho. Es el turno de ella, que nada
más entrar se encuentra con el calzoncillo blanco tirado en el suelo, cabreada lo coge con las puntas de los dedos, intentando evitar así tocar con
el resto de las manos la zona marrón afectada por la devastación
folklórico-volcánica.
Por fin salís, y al llegar a casa por la noche os acostáis, el se insinúa para hacer el amor, ella hace un primer intento de aproximación
que se ve mutilado por los traumáticos recuerdos de los sucesos acontecidos
escasas horas antes. Se rompió el glamour para dar paso a los eructos, los
pedos, el olor a pies o sobaco. Has cruzado la raya que jamás debiste cruzar, ante la negativa de ella de hacer el amor él no insiste, pero se da la vuelta
en la cama y lanza un último torpedo, el olor emerge de manera instantánea por
debajo de las sabanas de forma hostil …..La has cagado tío, a partir de ahora
ya nada volverá a ser igual …..Yo por si acaso comeré un bocadillo de gazpacho
con crema de callos con nocilla. Patxi Sagarna