Generalmente, no me nutro de la televisión para determinados fines informativos. Recurro a un grupo de periodistas poco mediáticos, alguno con alguna columna en algún Diario y que para mi modesta opinión, su honestidad informativa está comprobada más allá de toda duda.
En la televisión, hay un exceso de compromiso fingido que a veces me sonroja. No se aleja de ser un teatro milimétricamente pensado, en el cual un presentador o presentadora con un pinganillo en la oreja (desde el cual le informan a cada minuto como van los niveles de audiencia) va introduciendo contenidos y verborrea, unas veces con esos aires y toques reivindicativos, solidarios, de cercanía con el populacho, y que va dando bandazos hacia la izquierda o la derecha, según sople el viento o el numero de imbéciles de diferente ideología que en ese momento este sentado frente al televisor. Ahora mismo, mientras escribo esto ,tengo puesto de fondo un programa de TV en el cual hace exactamente una semana, había unanimidad entre los contertulios en el triste caso de LA MANADA. Hoy, desde ese mismo programa, se añaden ya otro tipo de contenidos sobre la misma noticia, en los cuales algún tertuliano (de manera muy sutil) empieza a dar a entender muy perspicaz y delicadamente, que igual fue Caperucita la que se comió a los 5 lobos.
La cuestión es exprimir la noticia y sacarle el mayor rendimiento posible, aunque sea a base de generar confusión y desconcierto. La competencia en este medio es dura, y a estos mercenarios no les duelen prendas a la hora de coger una noticia y envenenarla, enrevesarla o enmarañarla si con eso, el programa se mantiene una semana más en la parrilla.
En otra cadena, el pasado 8 de Marzo se empachaban los contertulios de hablar de feminismo e igualdad, todos y todas se apuntaban al éxito de las movilizaciones. Esos mismos canallas salían de su hipocresía un par de días después, hablando de la Reina Sofía como un referente, un modelo a seguir que deberían de tener en cuenta todas las mujeres de este País (sin comentarios). Después en la publicidad, el primer anuncio trataba de una marca de aspiradora, donde una señora pasaba el suelo con dicho artilugio mientras explicaba las grandísimas posibilidades del mismo. El siguiente spot publicitario, contenía el mismo patrón, pero esta vez con una marca de pañales.
El día, lo remataron con una película donde la testosterona, el machotismo, el machismo y la violencia campaban tan a sus anchas en el guion, que cualquier película de cine de barrio(comparado con esto) podía parecer un alegato feminista. Acabo de apagar el televisor, porque ahí sigue el infame y perverso abogado de la manada, al que le dan horas de espectáculo y show televisivo, para que de esta forma, poder limpiar (en lo posible) la imagen de sus defendidos, aunque sea a base de deformar y tergiversar hasta el punto de generar desconcierto y confusión, y lo está consiguiendo. Por eso, aunque muchas veces este tipo de medios quieran envolverse y maquillarse, dándose pinceladas reivindicativas ¡NO LES CREO!.