Pensaba que por estas fechas había puesto fin a todos mis
capítulos folklórico obsesivos, esos que suelo tener durante diferentes épocas
del año dependiendo de las circunstancias. El último, fue una obsesión
desproporcionada por las infusiones, una toma compulsiva y sin control alguno
del producto, con música hindú y sándalos de fondo para darle un toque intimista, de “toma
de conciencia espiritual” y todas esas bobadas. Después me dio por la miel, y no había
abejas en todo el planeta para calmar mis empalagosas ansias. Luego vinieron
los yogures, ahí rocé la paranoia, desnatados, activia, danacol, benecol,
paracetamol y todo lo que terminara en ol, que para mí calenturienta mente suena
muy sanador. Del folklore macrobiótico obsesivo pasé a los zumos y las bebidas
isotónicas, para acabar obsesionado por la gripe y sus efectos ,con un armario
lleno de ibuprofeno, aspirinas, nolotil, antiobioticos, anti térmicos, suero
oral, un quirófano, sala de rayos x ,un desfibrilador …por si las moscas. Luego vino la normalidad y la
moderación, aunque entre medio se cruzó una terrible obsesión por la muerte que
me hizo ver 985 documentales sobre diversas teorías de lo que ocurre después de
estirar la pata. A consecuencia de semejante éxtasis divino tuve alguna visión, o mensaje del más
allá, lo que terminó por obsesionarme aun mas y pensar que estaba totalmente loco o
poseído por algún ente perverso y oscuro en plan "Sagarna, EL RETORNO DEL EXORCISTA folkloriko Euskaldun". Al
final,yo mismo me llame al orden .
El otro día fui al supermercado, hice la compra, todo se
desarrollaba de una manera aparentemente equilibrada, ni una tentación, aunque hubo un amago
con las cremas hidratantes. Cuando me dirigía a la caja observé que había una
oferta de gulas, otra de mis debilidades. Me acerqué y las había de todas
clases, gulas con gambas, guliñas, putiñas, gulas bendecidas por Rajoy, gulas
en polvo para esnifar, me abalancé como un energúmeno y empecé a llenar mi
carro de paquetes.
Llegué a casa, puse
las gulas sobre la mesa mientras pensaba por cual me iba a decantar esa
noche.Al final ,como no tenia mucho hambre opté por las más baratas, unas que me habían costado poco más de un
euro. Aquello era horrible, era como comer plástico, sabia fatal, pero mi
orgullo de “experto en el tema" me impedía parar de comer semejante guarrada. El dolor de tripas
que vino a continuación fue impresionante, pero en ese momento recordé que tenía unas infusiones
muy buenas para estos casos, me levanté y me preparé una infusión triple… Y vuelta a
empezar otra vez desde el principio. Mientras, en la cama, soñaba con un
bocadillo de mejillones con salsa de conejo y revuelto de ortigas con
croquetas. Eso sí, hoy día 20 de diciembre lo declaro día internacional de los
Guleros. Día del orgullo GUL.Patxi Sagarna.