Se llamaba Carmen y era de Madrid, durante años ella y sus
padres solían veranear en San Sebastián los meses de julio y agosto. Conocí a
Carmen a través de amigos comunes, eran una familia que gozaba de una buena
posición económica. Fueron muchas las veces que fui a su casa, sus padres eran
un matrimonio joven, educado, inteligente y cien por cien de izquierdas, fue
precisamente a su madre a la primera persona que escuché decir que “tarde o
temprano, gente del continente africano intentaran venir a Europa, y
nuestro deber será acogerles, prestarles ayuda y solidarizarnos con ellos”.
Tenían toda la casa repleta de fotos del Che, Castro,
Mandela, banderas republicanas etc, aquello
parecía la sede de un partido de izquierdas revolucionario de la época.
Dejaron de veranear en San Sebastián para hacerlo en
Andalucía y no los volví a ver más.
Hace poco, por carambolas de la vida me encontré con una
prima de Carmen y le pregunté por ella, lo que me contó me dejo un poco
perplejo, aunque después, pensándolo bien y teniendo en cuenta como
funcionamos en este pais tampoco me
extrañó mucho. Parece ser, que Carmen en una fiesta de algún colectivo conoció
a un muchacho del que se enamoró, un tal Lamin, era nigeriano y se buscaba la
vida vendiendo cosas en la calle, comiendo y durmiendo donde podía y cuando
podía. Carmen lo alojó en la casa donde ella vivía que era propiedad de sus
padres, le ayudó al muchacho a mejorar su calidad de vida, le encontró un
trabajo (aunque de carácter temporal). Las cosas empezaban a funcionar, hasta
que los padres de Carmen se enteraron de
la relación que mantenía su hija con el muchacho. Le dieron un ultimátum: O
echaba a Lamin de la casa o les ponían a los dos de patitas en la calle, los
padres no aceptaban la relación de su hija con Lamin y estaban dispuestos a
ponérselo difícil a Carmen, la cual muy sorprendida y cabreada, no se dejó
coaccionar por el chantaje, por lo que hizo las maletas y se marchó con el
muchacho, sin que hasta al día de hoy se sepa mas de ella ni del destino
que tomaron.
Cambiando de tema y aun algo confuso le pregunté a la prima
de Carmen que tal le iba a ella. Me contestó que se acababa de divorciar, pues
su hija de 25 años, ojito derecho de su padre y aficionada al futbol como él,
hace ya un tiempo y durante una cena les dijo que les quería presentar a su
pareja, que no era más que otra chica de 23 años de la que estaba profundamente
enamorada. El padre puso el grito en el cielo, se levantó de la mesa hecho una
fiera entre comentarios que es mejor no reproducir. A partir de ahí, la
convivencia con él se hizo insoportable, por lo que hace unos meses decidió
pedir el divorcio.
Después de despedirme de la prima de Carmen decidí dar un
paseo por la playa de la Concha. Ahora lo entiendo todo, ahora me salen las
cuentas (me decía para mis adentros). Mientras caminaba por los arcos observé a
dos muchachas que estaban abrazadas, entonces recuperé el apetito y me fui a comer
un bocadillo de plátanos con guisantes, crema de berza y carne de rana con
pimientos de Torrejoncillo.Patxi Sagarna