Tengo un amigo que cada vez que va al pueblo me trae un
generoso lote de embutido, ya sabéis, chorizo, salchichón, queso. Un par de
veces al año me permito hacer una comida a base de estos sabrosos manjares. El
otro día compré una hogaza de pan y cuchillo en mano (como Curro Jiménez) me
pegué un homenaje que me trajo inmediatas consecuencias. El chorizo estaba
picante (como me gusta) el salchichón también tenía su punto, el queso era
fuerte y con un toque picantón al paladar. En cuanto terminé me levanté de la
mesa y salí a la calle, tenía varias cosas pendientes por hacer antes de irme
para Donosti. Mientras iba de un lado para otro me di cuenta que la sed me
estaba dejando la boca seca, pero andaba con la hora justa así que me monté en
el autobús sin poder beber nada, y ahí empezó el infierno.
A los diez minutos de trayecto el autobús paró, había un
atasco increíble, diez minutos, veinte, treinta, una hora y el bus quieto. No
puedo describir la terrible sensación de sed que me invadía, pero eso no fue lo
peor, el picante del embutido empezó hacer estragos y el picor que me entró en
el culo era de rozar el delirio, para colmo (esto yo creo que fue un factor
psicológico) me entraron unas ganas de orinar terribles, fuera de lo común. He
tenido muchas veces sed o ganas de orinar, pero nunca han confluido las dos
cosas a la vez, en el mismo lugar y el mismo momento, ahora entiendo mejor a
los bisexuales. El picor no cesaba y como tenía una señora sentada a mi lado no
podía hacer grandes maniobras, así que me tenía que conformar con restregar el
culo en al asiento de forma discreta para aliviar el constante picor anal. La
sed tampoco remitía, iba en aumento, cerraba los ojos y soñaba que estaba en un
chiringuito tomándome cachis de tónica mientras alguien me rascaba suavemente
el ano y yo orinaba, todo al mismo tiempo. El autobús sigue parado, una chica
que está sentada un poco más adelante saca de su bolso una botella de agua,
empieza a beber despacio lo que me saca de mis casillas, estoy a punto de arrojarme sobre ella y robársela pero imagino
la noticia “cantante de rock sin éxito y drogado se abalanza sobre una joven
para robarle un botellín de agua y después en un acto de grosería le pide que
le rasque el ano”. Tengo ganas de eructar pero me tengo que contener (qué
pensaría la señora de al lado y el resto de viajeros) la situación se me va de
las manos, me pica la cabeza, los sobacos, los huevos, el culo, las orejas.
Por fin arranca el autobús, a los cien metros da un frenazo
un poco brusco lo que me sirve nuevamente para que mi trasero se restriegue con
el asiento y alivie un poco la tragedia. En la siguiente parada el autobús se
queda semi vacio, momento que aprovecho para irme hacia la parte de atrás y
rascarme el culo como un poseso y de paso echar un par de eructos, la tensión
se relaja, yo me bajo en la próxima. Nada más descender voy a un bar que hay a
20 metros, pido una tónica y un botellín de agua, busco el baño, el resto lo
podéis imaginar. Al salir bebo el refresco y pido un bocadillo vegetariano de
espárragos con nueces y membrillo con alcachofas de Marruecos.Patxi Sagarna