Nunca he sido un fanático stoniano, pero he de reconocer que ese desafío a la propia naturaleza siempre me ha hecho mantener una especie de hilo romántico con la banda. Siempre he afirmado que si tendría que definir la palabra rock and roll con una sola imagen, valdría cualquiera de Sus Majestades Satánicas. Al César lo que es del César. Nos acaba de dejar Charlie Watss. No tengo el criterio musical suficiente para definirle como músico. No sé si era un gran batería, un batería mediocre o normal, o un genio de las baquetas. Lo que sí sé es que fue el mejor baterista para los Stones. Lo que me hiela la sangre es la cantidad de "entendidos musicales" que aparecen de la nada cada vez que alguna celebridad musical, o de otro tipo, abandona este mundo. La mayoría de estos oportunistas son loros de repetición que se limitan a hacer copia y pega de las palabras que otros más competentes que ellos en la materia han pronunciado. Ahora está muy de moda ésto del copia y pega. Y de esta manera tan mezquina, alguno@s embellecen su perfil y lo maquillan dándole cierto aire intelectual del que generalmente carecen. Lo de Charlie Watts ha sido para encolerizarse. Personas (que lo más parecido o cercano que han visto o estado de un batería ha sido en alguna cacerolada popular, o en esas ocasiones que se les presenta una vez al año en fiestas del pueblo en las que pueden salir atizando un tambor en alguna tamborrada o similar) se convierten ahora, para estupor de algunos, en verdaderos entendidos del mundo de la percusión . El otro día, unos de esos tantos osados hablaba (por boca de otros supongo) que lo que destacaba de Charlie Watts eran los ritmos sincopados. Le envié un mensaje preguntándole si sabía lo que era una síncopa y aún estoy esperando que me conteste. Mientras tanto, parece ser que los pactos con el diablo que algunas viejas glorias firmaron antaño empiezan a dar signos de debilidad o, mejor dicho, tenían fecha de caducidad. Por el contrario, la imbecilidad ya es Patrimonio Nacional. Patxi Sagarna,