Lo hacemos, cuando disfrazamos nuestra alma con trajes que no están a la medida.
Lo hacemos, cuando alteramos y saboteamos una y otra vez nuestros propios recursos emocionales con el fin de convivir con el antojo ajeno.
Lo hacemos cuando intentamos escalar cimas que nunca estuvieron al alcance de nuestras posibilidades.
Lo hacemos, cuando salimos corriendo en una carrera imposible contra el tiempo, intentando imponer a nuestro cuerpo esfuerzos de una edad que ya no le corresponde.
Vamos muriendo lentamente cuando nos vemos en la necesidad de agradar constantemente, dejando fuera de juego a nuestra propia naturaleza y nuestra propia identidad.
Vas muriendo lentamente cuando te das cuenta de que a través del espejo hace tiempo que solo se ven ojeras y arrugas de noches en vela y sonrisas forzadas.
Vas muriendo cuando la incertidumbre y los fantasmas del pasado visitan con frecuencia tu dormitorio.
Vas muriendo, cuando eres consciente de que en tu almohada ya no reposan sueños si no temores, desconsuelo o inquietud.
Empezaste a morir el día en el que le diste el visto bueno a la agonía.
Empezaste a morir la vez que dejaste pasar de largo al destino.
Empezaste a morir el día que aprendiste a fingir.
Empezaste a morir el día en que tus lagrimas eran consecuencia de tu propia estupidez.
Empezaste a morir con cada amanecer en la añoranza.
Empezaste a morir sin tan siquiera haber "nacido"
Patxi Sagarna.