miércoles, 25 de septiembre de 2024

EL DIA QUE CAGO EN EL BAÑO DE MI CASA

 Era un drogadicto como Dios manda, no era de esos que con un gramos de farlopa se apañan todo el fin de semana, incluso invitando. Era un vanguardista, un adelantado a la época. Para cuando nosotros apenas conocíamos el hachís por su cuerpo ya habían pasado todo tipo de sustancias estupefacientes. Para el, esa moda de bajar al moro a pillar costo era cosa de críos porque, para entonces, el ya había viajado a Tailandia varias veces y a Colombia otras tantas. Nunca fue un traficante, pero le gustaba estar cerca de la abundancia, y lo hacia siempre que se lo podía permitir. Dicho de otra manera, jugaba en ligas mayores. Si le hacia falta dinero atracaba un banco y listo, después, lo cogían, le daban de hostias a base de bien para después terminar un tiempo o unos años entre rejas. No era como estos sopla pollas de hoy en día que son capaces de darte una cuchillada para robarte una cadena o el móvil, y a los que, para colmo, no les puedes dar cuatro guantazos porque o te quitan la placa o se te cae el pelo. Algunas noches de verano me solía acercar hasta su barrio a tomar algo o a charlar con el. El barrio, entonces, estaba seguro y los críos podían jugar en la plaza hasta altas horas de la noche sin la necesidad de que sus padres estarían pendientes de ellos, porque sabían que, el y otros como el estaban allí, encargados de velar por la seguridad de la zona y, de alguna manera, depositaban en ellos la responsabilidad y la confianza de que nadie se acercara por las inmediaciones para hacer alguna fechoría. Recuerdo la ultima vez que estuvo en mi casa, yo ya, por aquel entonces, lo mas fuerte que tenia en el frigorífico era un kas de naranja, pero a el daba igual, le gustaba departir un rato. Mientras conversábamos, iba sacando infinidad de sustancias del bolsillo que las iba ingiriendo por vía nasal o bucal con la misma naturalidad del que saca el pastillero para tomar la medicación que le ha recetado el medico. Recuerdo que, aquel día, le dio un apretón y se fue al baño para hacer sus necesidades, no se que desajustes pasaban por dentro de su organismo pero, dejo un olor tal que, tuve que poner ambientadores durante una semana por toda la casa. Nunca olvidaba un favor. Una noche, en Burgos, a la salida de la discoteca donde por aquel entonces estaba de portero el malogrado Urtain le saque de un aprieto un tanto complicado que voy a omitir por no alargarme demasiado. Dos o tres años después, estaba yo de fiesta con un amigo y nos quedamos sin blanca, le vi a lo lejos y me acerque a saludarle y de paso pedirle dos mil pelas, momento en que saco del bolsillo un fajo de billetes de todos los colores tal que, al día de hoy no lo he logrado ver ni en película. Sin ni siquiera mirar cogió un fajo de billetes y me los dio, Yo me sentí abrumado por semejante pastizal, pero el me recordó que me lo debía - por el favor de lo de aquella noche en Burgos- me dijo. No se cuanto dinero nos dio, pero mi colega y yo nos tiramos de fiesta otros quince días y a cuerpo de Rey. Estando tocando ya con los Iam Raros vino a un concierto y cuando entro al garito, este, se sumió en un instante de silencio, tenia una presencia que intimidaba, aun estaba corpulento, con esa cicatriz en la cara que no hacia mas que aumentar esa imagen del tipo narcotraficante colombiano mezclada con mercenario. Por aquel entonces, solíamos tocar una versión de sábado a la noche del gran Moris que a el gustaba y se la dedique. Mientras la tocábamos, observaba su cara que, por momentos, se transformaba en la de un niño en una juguetería. Se trinco una botella de JB con sus respectivas idas y venidas al WC, y no ha cagar precisamente. Falleció ya hace unos años, alguna medicación recetada por el medico le debió hacer una mala reacción y ahí se quedo. Indignante. Es como si ha John Wayne en Centauros del desierto le hubiesen matado los indios al final. A si es la vida. Y como hoy no hay bocadillo, os dejo una canción titulada : Y PUEDES VOLAR, que de alguna manera se la dedicamos al colega.