domingo, 12 de abril de 2020

EL PODER DE LA RAZÓN Y TÚ



Desde que empezó todo ésto, soy consciente de lo sensibles que somos al poder de la razón. Antes de sacar nuestras propias conclusiones, nos emborrachamos con un sinfín de teorías (algunas absurdas) pero que, a modo de trampolín, nos sirven para llegar a formar una opinión. 
Lo peor de todo es que este tipo de especulaciones suelen ser más o menos razonables, cuando no convincentes, aunque en la mayoría de los casos lo que ocurre es que ante la sensibilidad del momento nos mostramos fácilmente manipulables, cambiantes ante tal avalancha de hipótesis. Ésto termina produciendo una sensación de vulnerabilidad que generalmente termina en una crisis de pavor. A partir de ahí, cuando el miedo y la confusión son parte del pensamiento y del sentir de una persona, es cuando ésta es fácilmente manipulable. 
Ya no importa si el virus proviene de China, Rusia, Corea o de Santurce, porque tú ya estás aterrorizado y el miedo es conformista. El miedo no quiere más miedo. Y así, para quitarte esa sensación de pánico, recurrirás a otro sinfín de creencias un poco más estimulables, pero igual de confusas que genera una sensación de alivio ante tanta aprensión. De esta manera tan simple, usted y yo nos convertimos en pasto del complot o de la confabulación de unos cuantos lumbreras.
Yo, por si acaso, me comeré un bocadillo de mortadela con revuelto de callos y riñones en salsa de uñas de cangrejo depiladas.
PATXI SAGARNA