lunes, 17 de noviembre de 2025

OBLIGADOS A SENTIR

Ya lo dije en un escrito anterior. Jamás he creído en la gente que siente y padece todas las desgracias habidas y por haber. Y no lo creo por sentido común porque, el ser humano, no esta construido y capacitado para absorber  y albergar emocionalmente tanto cataclismo porque, entraría en una tremenda depresión, no dormiría, no comería y terminaría por morir. Es como si, recibiríamos a la vez la onda expansiva de todos los orgasmo de una noche, moriríamos ante semejante descarga, con cara de bobos o felicidad, pero moriríamos. Me gusto en parte la reacción solidaria con Palestina durante los diferentes recorridos de la carrera ciclista y, digo que me gusto en parte porque, a parte de la bandera de Palestina ahí faltaban otro tipo de pancartas y también otro tipo de indignación. Faltaba sobre todo la bandera anti corrupción, eso sin entrar en los millones de personas que mueren en otros conflictos como Yemen, Siria, Congo por mencionar algunos. Hacer una huelga general por Palestina sin haber ardido en cólera por las inundaciones de Valencia me canta a intereses puramente partidistas. Si tanto sentimos y tan de verdad sentimos, deberíamos (por ejemplo) haber sacrificado las vacaciones de verano y elegir como destino solidario Palestina y, de esta forma, hacer una muralla humana masiva para proteger a los ciudadanos del genocidio y las atrocidades de Netanyahu. Pero los cojones !. Eso ya son palabras mayores. Nos encanta la solidaridad con merchandising, camisetas, banderolas, pañuelos y toda esa parafernalia que lucen muy bien en fotos por las redes sociales y, sobre todo, en determinados ambientes sociales y que, después, con un par de vinos o un partido de futbol(que por cierto haber si inundamos un campo y suspendemos algún partido) se olvida. Por eso, desde hace mucho tiempo no creo en tanto sufrimiento fingido. No digo que a la gente no le preocupe o sienta tristeza e indignación en determinadas situaciones pero, si no han ardido las calles cuando han ardido nuestros montes, no han ardido las calles por años de corrupción de todo tipo y de toda ideología, o no han ardido las calles cuando familias enteras han muerto ahogadas o pueblos enteros han sido arrasados por el fuego, apaga y vámonos. Hay pirómanos y asesinos en Israel, pero también los hay sentados aquí, en el Congreso de los Diputados. Y no es una cuestión de ideología porque, parece que, en este país, aun tienes que elegir entre los Beatles o los Rolling Stones, como si no hubiese mas opciones intermedias o de "mejor" calidad. Además, siempre esta el criterio propio, el de uno mismo, ese que no se deja profanar, mancillar ni corromper por toda esta manada de hijos de la gran puta que odian la guerra pero aumentan el gasto armamentístico. Ahora mismo hay 56 conflictos en el mundo. Creo en la solidaridad, pero no en las obras de teatro absurdas que ridiculizan a la verdadera solidaridad y, de eso, andamos ya sobrados. Pero bueno, dé esos pozos vendrán esos lodos, y los lodos ya los tenemos encima, después que nadie diga que no lo veía venir. Pero como son tan cínicos y tan sinvergüenzas tendrán el coraje también de echarle la culpa al pueblo y a los ciudadanos de su discapacidad mental.  Yo mientras me comeré un bocadillo de Coelodonta antiquitatis con salsa de coleoptera de Murcia con relleno de uñas de iguana rebozada con excrementos camaleón de Segovia. Patxi Sagarna
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lunes, 3 de noviembre de 2025

EL CEMENTERIO EL ULTIMO REDUCTO ?

 Los cementerios ya no son esos lugares con aspecto sombrío y tenebroso que tanto nos mostraban las películas del genero de terror. Un día soleado, uno puede dar un paseo y encontrar calma y relax y, de paso, poner un poco de orden en su ego y orgullo observando a la gente que ha dejado este mundo de forma un tanto precipitada. Pasear por un cementerio puede resultar al final un ejercicio de reflexión, por lo general, uno sale un poco menos estúpido y soberbio de lo que era instantes antes de entrar. Los muertos, con su escrupuloso silencio son capaces, aunque sea solo por unos instantes, de hacernos un poco mas humanos, aunque después nos comportemos como si no fuésemos a morir nunca. Caminar mientras uno observa las caras y los nombres de los que nos han ido dejando puede resultar terapéutico. Mirar a la muerte frente a frente es como una especie de ejercicio de humanidad y humildad si se administra bien y, si uno, esta dispuesto a "leer" entre líneas el mensaje que se oculta en medio de semejante mudez. Uno, también puede observar como la arrogancia tiene herederos, como si la misión de algunos seria la de poblar cementerios para así librase de ellos, pero nada mas lejos. Nadie sabe lo que hay detrás de ese ultimo suspiro y, aunque las opciones de vida después de la vida aumenten entre teorías en boca de personas que incluso tienen méritos científicos y, algunas mas que curiosas experiencias, el silencio de los que se van sigue siendo la gran incógnita. Quizás, los cementerios sean esa simple morada donde mantener de alguna manera el recuerdo terrenal mientras nuestros difuntos transitan por algún otro tipo de dimensiones desconocidas para el resto de los mortales. ¿Quién sabe?. Sea cual sea la respuesta a semejante incertidumbre, la cuestión es que, vivimos para matar y matamos para vivir, no hay nada en esta vida capaz de humanizarnos lo mas mínimo. Pero aun así, iremos a parar a nuestro ultimo reducto democrático, donde unos se entremezclan con otros en medio de un riguroso silencio. Los cementerios son libros de historia, una especie de biblioteca donde se entremezclan infinidad de sucesos, memorias, relatos, crónicas etc.  Así que ya sabes. Patxi Sagarna.