miércoles, 12 de noviembre de 2014

EL LABERINTO

El día amaneció mutilado por una extraña sensación. Nunca tendieron la mano a sus trasnochados sueños que inundaron de luz a muchos decaídos ojos. Nadie hablaba con nadie, dicen que la vida no pasó por allí nunca. Camino por un largo pasillo mientras alguien entona una melodía esquizofrénica. Estoy en un laberinto donde todos ponen a prueba sus más bajos instintos. El fantasma de la arrogancia merodea sus húmedas paredes, no hay reglas y todos desafían a la mismísima paciencia. Solo los sabios entienden bien el fracaso, los necios se han quedado instalados en una perturbada agonía. El tugurio apesta, mientras unos andrajosos caminantes visten ropas que parecen sacadas de otra época. La niebla camina cansada, la muerte se posa encima de una siniestra y terrorífica sonrisa. Caras desencajadas, rostros deformados, son el castigo añadido para los que desafiaron al miedo. Con un repentino impulso logro escapar de aquel mórbido  lugar..
Observo un teléfono a lo lejos, marco un número al azar, pero una voz siniestra me recuerda que estoy muerto.





martes, 11 de noviembre de 2014

DESTINO

Todo estaba preparado en aquella enorme habitación, un camarero sube una bandeja de frutas frescas con una botella de champán. Escucho los susurros de la madrugada y la perezosa alarma de un viejo reloj. Las injurias llegan desde el otro lado del paraíso, los recién llegados tienen prisa y el silencio duerme entre pensamientos en mi ajetreada cabeza. Aún quedan algunas gotas de sudor que no derramé por el camino. Cojo mi guitarra e intento cuadrar tres acordes pero el efecto del Valium hace que mis movimientos sean imprecisos y algo trastornados. Me dirijo al baño a refrescarme la cara, al pasar cerca del espejo este refleja la misma tragedia, me rodea un misterio absurdo. Suena el teléfono pero no hay nadie al otro lado, nunca lo hubo. Patxi Sagarna