Me encantaban
aquellas tertulias de colocón, es de lo poco que hecho de menos de la
noche, ahora hago alguna incursión discreta en alguna de ellas so
pretexto de alguna salida y lo hago en condición de observador o
infiltrado.
Me encantaba esa actitud de lealtad y compromiso que le entran a uno cuando los grados empiezan hacer su efecto, ese hermanamiento nocturno entre personas que muchas veces ni siquiera se conocen de nada pero se confiesan el uno con el otro como si fueran compadres de toda la vida, de repente te conviertes en una especie de El Mesias al que le preocupan todas las preocupaciones de sus semejantes.
Recuerdo aquellos colocones creativos en los que siempre te proponías empezar un montón de proyectos pero a partir del lunes, ademas a un colocado en pleno subidón le puedes pedir cualquier favor que no te negara nada, el impulso de camaraderia entre copa y raya puede resultar hasta conmovedor, evidentemente el nivel o grado de camaraderia depende de varios factores, pero lo que mas influye es la calidad de las sustancias y el copeo que te estés metiendo entre pecho y espalda, por que un exceso de confianza depende a que horas de la noche puede terminar a ostias. El deseo por triunfar con algún tipo de actividad sexual también suele ser motivo de la ruptura de la armonía borracheril, pues a veces con las prisas terminas echándole los tejos a la parienta de tu colega y lo que empezó de fiesta termina en el hospital o a sopapos.
Pero el
síndrome del afectado-colocado roza el éxtasis cuando hay muerto de
por medio, el 40% tenia algún tipo de amistad con el finado (alguno
hasta con su mujer), el otro 30% estuvo charlando casualmente con el
ayer o anteayer, el otro 30% se mantiene mas prudente, necesitan un
par de copas mas para empezar a opinar (estos son los peores, vienen
con efecto retardado), pero todos tienen alguna aventura o recuerdo
con el fiambre y el que no se la inventa. El grado de amistad con el
difunto aquí también varia, no es lo mismo la amistad que podías
tener con él a las dos de la mañana que a las 5 de la mañana que
ya era mucho mas mas profunda, es decir, erais como hermanos. Pero
con los primeros rayos de luz se empieza a desvanecer toda la
terapia funebre-festiva, las intimas amistades, los proyectos, los
favores quedan reducidos a un dolor tremendo de cabeza con su
consiguiente resaca. Llegas a casa, abres el frigorífico y aun queda
una cerveza……haz tu los honores…. que yo prefiero estar muerto.Me encantaba esa actitud de lealtad y compromiso que le entran a uno cuando los grados empiezan hacer su efecto, ese hermanamiento nocturno entre personas que muchas veces ni siquiera se conocen de nada pero se confiesan el uno con el otro como si fueran compadres de toda la vida, de repente te conviertes en una especie de El Mesias al que le preocupan todas las preocupaciones de sus semejantes.
Recuerdo aquellos colocones creativos en los que siempre te proponías empezar un montón de proyectos pero a partir del lunes, ademas a un colocado en pleno subidón le puedes pedir cualquier favor que no te negara nada, el impulso de camaraderia entre copa y raya puede resultar hasta conmovedor, evidentemente el nivel o grado de camaraderia depende de varios factores, pero lo que mas influye es la calidad de las sustancias y el copeo que te estés metiendo entre pecho y espalda, por que un exceso de confianza depende a que horas de la noche puede terminar a ostias. El deseo por triunfar con algún tipo de actividad sexual también suele ser motivo de la ruptura de la armonía borracheril, pues a veces con las prisas terminas echándole los tejos a la parienta de tu colega y lo que empezó de fiesta termina en el hospital o a sopapos.