martes, 12 de septiembre de 2023

NO TENGO SITIO EMOCIONAL PARA TANTA TRAGEDIA

Los amantes de la tragedia fácil, esa que corre tantas veces de forma gratuita y muchas veces de forma revuelta o confusa por las redes sociales deben estar abrumados o de enhorabuena en estos últimos tiempos. No se de donde sacan tanto espacio y capacidad emocional para gestionar tanta desdicha. El derroche de lagrimas de cocodrilo alcanza en ocasiones el nivel de escalofriante por no decir vergonzoso. La facilidad con la que el personal se suma a la fatalidad ajena no tiene desperdicio, como tampoco lo tiene la frialdad con la que luego rápidamente se olvidan de un infortunio para pasar a otro, y así sucesivamente. No les da la vida para tanta pesadumbre. Últimamente, entre los decesos de Carmen Sevilla, María Teresa Campos, María Jiménez, Antonio Gala o Tina Turner por un lado y el cambio climático, las guerras  y calamidades varias por otro (lo de Marruecos parece que no cuenta)  no han dado a basto. El dramón Ucraniano en el que pusieron tanto énfasis ya es agua pasada, ya está un poco manoseado y ya apenas puedes obtener  me gustas en el Facebook. En esto de las desgracias hay que estar continuamente actualizado, ser el penas o la penas de la red no es tarea fácil, es preciso tener una dedicación casi absoluta a todo lo referente a la fatalidad. Y da igual venga de donde venga, ya puede venir en forma de Jenny Hermoso, Daniel Sancho o Pepito de los palotes que, a ellos no les interesa el que, si no el cuanto, y cuando digo el cuanto me refiero a los réditos o el protagonismo  que ellos creen que obtienen a base de distribuir todo valle de lagrimas que se les ponga a su alcance. Pero aquí también hay competencia y para que su noticia sobresalga de la del resto de usuarios tienen que rodearse de un vocabulario que va desde lo profundamente melancólico o lacrimógeno, a lo impetuoso, rozando muchas veces lo molesto, irritante o enojoso. Y si ya de paso generan polémica o debate han triunfado, se sienten importantes, satisfechos de acaparar la atención de media docena de gilipollas que generalmente son asiduos y se les ve con frecuencia en cualquier alboroto, disputa o trifulca que se genere con cualquier tipo de noticia o información, es decir, los eternos inconformistas, los que siempre se empeñan en sacar de donde no hay. Pero de estos ya hablaremos otro día, aunque en la mayoría de los casos son los mismos perros con diferentes collares, los mismos cansinos, soporíferos y aburridos con demasiado tiempo libre y que han encontrado en este tipo de espacios la forma de parecer que hacen algo útil por la humanidad, y para ello, son capaces de fingir sentimientos, adulterarlos, o vender lo que sea de forma que raya  lo patético hasta el punto de hacerte sentir vergüenza ajena. En definitiva, unos parásitos con altas dosis de victimismo, narcisistas y manipuladores, endiosados hasta la médula y que no aportan nada de nada pero que terminan aburriendo a diestro y siniestro, y que para colmo van de altruistas y empáticos, aunque no tienen mas propósito que el de entretener a su propio ego y de paso ver pasar las interminables horas del reloj . Son, o creen que son, una especie de Tribunal Supremo, salvadores y verdugos escondidos detrás de un perfil a los cuales hay que reírles las gracias o llorarles las penas según sople el viento. No tienen un milímetro de autoestima ni personalidad, acomplejados a los que tampoco les falta nunca la adhesión de algún que otro infeliz fácilmente manipulable, sin un ápice de temperamento ni dignidad, pero capaces de idealizar al primer imbécil bocazas que se asome por cualquiera de sus cuentas. En definitiva, una familia de borregos sin amor propio ni pundonor que, por suerte, solo se besan o lamen el culo los unos con los otros sin mas repercusión ni atracción. Yo mientas me comeré un bocadillo de calamares con garbanzos en salsa de excrementos de cocodrilo al ajillo Patxi Sagarna